domingo, 20 de febrero de 2011

“El Banquete de la Caridad”

En el hombre, el acto de comer tiene su significado social y cultural, comer, bien, comer refinadamente es un arte dentro de un arte”.
                                                                                       Don Octaviano Herrera.

Cada 27 de mayo en Carora, se celebraba  el Gran Banquete de la Caridad, conocido también como “La Cena de Caridad”. Doña Natalia Andrade  de Herrera y su esposo Don Octaviano Herrera Gutiérrez, los pilares fundamentales de esta gran organización sin fines de lucro. Fue un vital impulso de amor por los humildes y desamparados, que se movían en todos los ámbitos del quehacer del terruño, la ejemplar y noble matrona Doña Natalia en su gran obra de neta acción social y de purísimo y tierno apostolado, que cubrió con ideales generosos de Justicia Social en el bien común cuya finalidad era recaudar fondos para donarlos al hospital San Antonio, a la casa de Asilo de Ancianos, Comedores Populares y las Juntas Benéficas de la ciudad. Una Gran Campaña altruista una jornada más de afirmación y de fe en los ideales que eternizan los pueblos y sus gentes.

Una gran cena que se efectuaba en la víspera del día del prócer General Jacinto Lara, que había nacido un 28 de mayo de 1778, acá en Carora, (Día de Lara); con asistencia de invitados especiales, nutrida representación de los diversos sectores sociales, económicos y eclesiásticos de Carora, Barquisimeto, El Tocuyo, Duaca y Quibor. Personalidades que respondían de esta manera a la intensa campaña de propaganda adelantada en los periódicos “El Diario” y “El Impulso” por doña Natalia, los asistentes muy numerosos, disfrutaban de sanas horas de esparcimientos, gozando de las finas atenciones de los anfitriones de Don Octaviano Herrera y Doña Natalia. Entre los invitados de siempre, destacaban el Gobernador del Estado, el Obispo de la Diócesis y demás personalidades de la banca, el comercio y la Industria regionales. Doña Natalia Andrade Meléndez de Herrera Gutiérrez, nació el Carora el 29 de enero de 1907. Era hija del medico filántropo, Dr. José Luís Andrade Contreras y de la  gentil matrona Doña Sacramento Meléndez González de Andrade y de ellos heredó, sin duda, los dones y las virtudes cristianas que hoy le dan prestigio justiciero a su grata  memoria. Distinguida matrona, dama estrechamente vinculada a apreciables hogares de la sociedad larense, donde dejó hermosos ejemplos ya que fue una mujer de aquilatadas virtudes morales y cristianas, practicó el cristianismo con nobleza de alma, sirviéndole al prójimo en forma desinteresada. Su vida fue ejemplos de virtudes, una vida que se perpetuó en las hermosas obras de acción social que ella emprendió en esta ciudad, como por ejemplo “el Banquete de la Caridad” cuyos aportes sirvieron para mantener al hospital San Antonio y al Asilo de Ancianos gracias a su feliz idea de sostener estos Institutos Asistenciales para que cumplieran un mejor servicio de labor social a toda Carora. Esta actividad estuvo siempre, presidida por doña Natalia y su esposo, también en esta labor, le acompañaban la reverenda Hermana Sor Abigail Andrade Meléndez y demás mujeres de la Congregación de las Hermanas de los Pobres, esta Acción social que se promovía en Carora, Quibor, Duaca, El Tocuyo y Barquisimeto a través de participaciones, invitaciones y avisos de prensa en los Periódicos locales “El Diario” y “El Impulso”.  Carora encontró en esta virtuosa mujer caroreña un guía espiritual de amparo para aliviar el dolor ajeno, las tristes penas del común, junto a ese gran hombre que fue  su esposo. Ambos, habían nacido y vivido para el bien, las familias mas humildes de Carora supieron de la bondad, el cariño y la generosidad de aquellos buenos samaritanos, que en nombre de su Dios confortaban a los enfermos, a los débiles, a los más necesitados, a la gente mas pobre; míticos que amaron mas a los demás que a sus propios yo. Su gran labor social a la cual se entregó, tanto Doña Natalia, como Don Octavio fue un cuerpo y alma, con la pasión y vocación de un Apóstol.

Doña Natalia y don Octavio llegaron a Celebrar su Boda de Oro, junto a sus tres únicas hijas: María Isabel, María Marina, y Carmen Leonor (Nonoy). El Banquete de la Caridad, a la que concurrían las personas invitadas más importantes del Estado Lara. El deleite entraba por la vista.., la celebración del Banquete, era lo fundamental: primero era la recepción, que duraba aproximadamente 45  minutos, los camareros o mozos eran los encargados de ofrecer las bebidas, luego, se presentaba la cena que consistía en una entrada, un plato principal, un plato secundario, postres y servicio de café. La mantelería era inmaculadamente limpia, bien planchada, las vajillas era de porcelana blanca, la cubertería en su sitio correspondiente, por orden de utilización, la cristalería era lisa, sin tallar y sin colores, la copa para el agua, la del vino tinto y la del vino blanco. El protocolo en la celebración era el sello de la distinción. Una vez iniciado el banquete, llegaba el momento cumbre de recibir a los invitados, en el ceremonial Doña Natalia y don Octavio los encargados de recibir a sus invitados. Era habitual que se entrara por pareja al gran salón, siendo los primeros los anfitriones del evento, con ellos y  su atento equipo de trabajo, estaba garantizado el éxito definitivo del magno Banquete de la Caridad, una organización adecuada con decisiones acertadas, determinación por siempre, un ambiente agradable y distendido, donde todos los invitados disfrutaban de ese gran Banquete.
 La exquisita comida y sus apetitosos dulces típicos caroreños era lo máximo. En la cocina hay que vivir el arte, representado en las sazones, colores y aromos. Su excelente presentación  se traduce en una expresión digna de lo Carora pudo ofrecer al principio de  su cocina clásica, tan rica y bien hecha, adaptada a las necesidades y gustos de los caroreños y a los de un a época inolvidable.

Doña Natalia muró el 11 de octubre de 1970.

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